Soportes de decisión

Buenas noches
Hacía mucho que no escribía, y como dicen algunos amigos que es imposible que no tenga nada que decir, pues voy a decir lo más evidente: que he juntado las vaciones con las fiestas de mi pueblo y con las vendimias y con mis otras actividades icosaédricas :)
Últimamente con lo que disfruto hasta no poder más es con el paisaje de la Ribera. Siento no poder hacerle justicia con mis fotos, pero las viñas despliegan estos días un abanico de colores fantástico. No sé si durará mucho este otoño tan excepcional, tan templado; ni si las escarchas nos respetarán mucho tanta belleza. De verdad que hay que verlo, aunque os tenga que pagar un vino :)
Por lo demás, sigo trabajando en esto de la agricultura, y a veces no sé muy bien qué es eso. Desde un anuncio en un periódico nacional en que te ofrecían conocer "un día de vendimia" al módico precio de 180 € (que pagaría el vendimiador a la bodega de copetillo en cuestión) o los sistemas de soporte de decisión.
Lo de pagar por vendimiar aquí se lo toman a risa: vale que habrá quien piense que está mal pagado tanto doblar los riñones, sacar conachos o ir a la carrera a terminar un líneo antes que descargue la nube esa que no parece tener buenas intenciones. Vale que al cabo del día te lo has pasado bien, y casi no te importa no sentir la espalda, pero pagar..." ¡que se vegan por mí! "decía un compañero mío," a ver si duran cuatro días seguidos." (Este año, las chicas polacas al parecer, las que mejor se apañaban, y con conocimiento, nada de echar agraces).
Y lo del soporte de decisión... pues nada, que al tiempo me he de quedar sin trabajo por un programa informático. En el último boletín de la Sociedad de Malherbología,( creo que estará en www.semh.net) hay un artículo sobre un progamita en que tú dices "le pasa estoy esto y esto a mi manzano" y el programa te dice qué enfermedad/plaga tiene y qué hay que hacer.
Vaya, pues eso es lo que hago yo. Sin procesador de doble núcleo, y más como un pobre Wallander, y eso sí, ensuciándome las manos, a ver cómo es el suelo, qué tipo de malas hierbas veo (¡pueden decir tantas cosas ellas solas!), buscar rastros de "inquilinos" o de inclemencias (como la helada o el pedrisco), y hasta de tratamientos que hayan podido hacer. Y eso con pasar frío o pelearme con el viento del páramo (el día 12 me acabé metiendo pesos en los bolsos, sí sí reíros), y ver. Sólo ver. Sólo ver con todo lo que ya sé y ya he visto. Con saber dónde estoy y cómo es esta zona "agronómicamente" hablando. ¿Eso puede hacerlo un ordenador? ¿Se me puede reducir como profesional, a un programita?
En fins, ya no le doy más a a la tecla. Pero esta semana tengo que buscar un hueco para contar algo sobre el curso de fitosanitarios al que voy a asistir en Barcelona.
Por cierto, ¿qué tal el otoño en la Ciudad Condal?
Buenas noches